La semana pasada, el Director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, Álvaro Nadal Belda manifestaba: “el nivel de prestaciones sociales que alguien recibe depende de la suerte que tenga con su asistente social. Si es muy bueno, le lleva de ventanilla en ventanilla y va a tener una potente ayuda social, mientras que si no tiene tan buena suerte, pues no ocurre eso”. Ya ha sido contestado y muy bien desde el Consejo General del TS.

Desde luego, como defensa, supera el caché de Fernando Ramos, porque despejando balones, no tiene precio:

1.- Llevan en el gobierno central desde 2011 y su política organizativa de los Servicios Sociales se ha  concentrado en la práctica eliminación del Plan Concertado que podía dar cierta coherencia al Sistema.

buen asistente social2.- En la Comunidad de Madrid (donde gobiernan desde 1995) y teniendo las competencias (desde 1978), no reglamentaron la Ley de Servicios Sociales (del 2003), han desaparecido los planes estratégicos y los convenios con los municipios son top-secret.

3.- Cuando se ponen a organizar, lo hacen desde la óptica económica (véase «Ley de Racionalización») y eliminan cualquier garantía de mantenimiento del actual y renqueante sistema, ya que depositan la responsabilidad en quien no puso interés organizativo ni económico en los Servicios Sociales.

Vamos, que estamos presenciando una gran negligencia institucional. Y ahora, ¿los culpables son «los asistentes sociales»?. ¡Venga ya!: Cuando la Administración se limita a cercenar cualquier cosa que suene a estructura y organización, al final, siempre queda el recurso de culpabilizar a los profesionales (pasaré por alto que desconoce cómo nos llamamos desde 1981 o que la inmensa mayoría son mujeres…). Una pena. Por favor, un poquito de reflexión, señor Nadal…

Sin embargo, y hablando de autocrítica, no quisiera que esta entrada se limitase a condenar las declaraciones del Sr. Nadal (y despejar balones, como hace él), ya que, LO QUE ÉL PIENSA, LO PIENSA MUCHA GENTE, no lo neguemos. Especialmente usuarios/as, que buscan «tener un buen asistente social».  Y, aunque es inevitable pensar que también hay médicos/as más y menos dados a dar bajas, por ejemplo, no es menos cierto que algo de razón, en lo de que «quien tiene un buen TS, sale mejor parado» tiene y debería provocar una reflexión en los distritos y municipios también. Eso, al margen que buenos y malos profesionales los hay en cualquier disciplina.

Pero os diré indicadores: cuando uno hace cuentas, y puede verse que hay uno/a, sistemáticamente,  tramita muchas más ayudas que otro/a, hace más visitas, o tiene menos lista de espera aunque su carga objetiva sea la misma, algo pasa. Eso no significa que sea «mas bueno/a», ojo (quien da más «bajas» no es necesariamente mejor médico, usando el mismo simil), pero identifica un déficit organizativo y de criterios comunes. Y en ello, quienes tenemos cierta responsabilidad sobre los equipos, deberíamos pararnos un poco a pensarlo.

De la misma manera,  a veces los y las profesionales, cuando se nos dan pautas más genéricas, daría la impresión de que no queremos asumir criterios y desprendernos de la capacidad de intervenir cada uno/a a su manera (rechazando la sistematización de las intervenciones grupales, por ejemplo), o  de decidir a quién proponer una ayuda económica… pero sobre este tema, escribiré próximamente, pero viene a reforzar la teoría del «buen asistente social».

En todo caso, quería ofrecer un punto un poco autocrítico, que en ningún momento legitima las declaraciones del Sr. Nadal, pero sí creo que nos debe obligar «a darle una pensada» y hacer lo posible, cada uno/a desde su lugar, para que este tipo de mensajes puedan desaparecer algún día.

Ánimo.

Nacho

Hoy os dejo con Insurrección, de Manolo García y Miguel Ríos.

 

EN BUSCA DEL BUEN ASISTENTE SOCIAL

5 thoughts on “EN BUSCA DEL BUEN ASISTENTE SOCIAL

  • Pingback: LA INFORMACIÓN COMO HERRAMIENTA - Pasión por el trabajo social

  • 26/01/2016 a las 10:04
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    Son varios aspectos a tener en cuenta. En primer lugar es evidente, como en todos los oficios…hay buenos y malos, por Dios! no hay que echarse las manos a la cabeza por eso. Pero dejando a un lado eso, lo que si es cierto (y me afecta a diario) que lo/as Trabajadores Sociales de las Admon públicas,no sabemos divulgar, o con un fin de transparencia» dar a conocer mejor como funciona el engranaje de las prestaciones, a nivel generico, y esto al usuario a veces le lleva a esa confusion (de si mi Tr s. es mas bueno o mas malo) Me explico. Desde las entidades locales gestionamos las prestaciones que pertenecen» a la CAA, te dan unas instrucciones de la documentacion a recopilar, y cuando así lo haces…cambian de opinión sin avisarte, entonces….»es que tu no me lo supiste hacer bien»…., no me extiendo. Los políticos hacen unas politicas sociales muy bonitas en el papel, pero luego se buscan las argucias para relentizar las prestaciones, no conceder y/o extinguir con argumentos burocráticos, y la intervencion social se la pasan por el forro.
    No se si me explico…

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    • 26/01/2016 a las 12:48
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      Te explicas perfectamente. Hay demasiadas instrucciones, escritas y no escritas, que afecan a las prestaciones, y por tanto contaminan la intervención social en la que se insertan estas prestaciones. Por eso es fundamental que seamos capaces de apostar, con las nuestras, y con las de las CCAA, los requisitos, documentación (que hay que reducir sí o sí, aplicando las leyes, y no como veo en muchoas casos en los que se sigue pidiendo «hasta el padrón»), e, insisto: sacando de la intervención individual todo lo posible las prestaciones, hacia canales más transparentes, como el grupo o las TIC. Un abrazo y gracias por comentar!

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  • 25/11/2015 a las 11:34
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    Completamente de acuerdo contigo, la falta de compromiso de las instituciones públicas con las situaciones de pobreza y vulnerabilidad, produce que en vez de planificar cuales son las necesidades de las familias en un territorio dado y priorizar las actuaciones, se destina una cantidad a tanto alzada, a todas luces insuficiente, para las «prestaciones sociales», pero quién relmente toma esas decisiones no tiene la valentia de plantear cuales son las situaciones de pobreza que con un presupuesto dado se pueden atender, y dejan a los trabajadores sociales de «capataces» a cargo, para contener aquellas necesidades que con el presupuesto disponible (o lo que es mas perverso con los procedimientos previstos) no va a ser posible atender, todo esto desde la cohartada de «la valoración de la trabajadora social». El simil de la baja médica se queda muy corto.

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