Realmente da un poco igual si Einstein fue o no quien dijo aquello de “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”, sino el mensaje.

Tengo la impresión de que la pésima situación de sobrecarga,  insostenible en la Atención Social Primaria, está solidificando un discurso que, de manera simultánea nos paralice impidiéndonos ni tan si quiera imaginar la posibilidad de salir de la ejecución de aquello a lo que estamos acostumbradas/os. Eso me preocupa mucho, la verdad.

El recorrido de nuestros Servicios Sociales exige un cambio.  Ya no estamos en aquel momento de expansión post-régimen ni en el boom de las prestaciones a cascoporro posterior: un crecimiento caótico de los Servicios en cada territorio que ha desvirtuado al propio Sistema, a sus profesionales e incluso a la profesión del Trabajo Social en general. El momento exige recapacitar sobre el modo en el que estamos trabajando centrándonos en el gran potencial que aún tenemos las instituciones y sus profesionales, a pesar de las dificultades existentes, sobre las que tenemos que seguir peleando.

Pero mi reflexión, más que teórica, se ciñe hoy a la técnica a emplear: aunque pueda parecer simple, en mi opinión, no lo es.

El Sistema de Servicios Sociales  se ha encorsetado en un modelo individual e individualista  donde TODO pasa por la/el profesional de la intervención social: el mandato de la resolución inmediata de la demanda nos ha situado en una dinámica asfixiante también para la/el ciudadana/o usuaria/o del mismo, a quien parecería se le impone un peaje que se materializa en un/a profesional del control de acceso a las ayudas más que de la ayuda  en sí (para lo que fuimos formadas/os, no hay que olvidarlo). De hecho, cada vez abunda más quien aboga por sacar las prestaciones del sistema como única alternativa.

En mi opinión, parte de la responsabilidad de este punto radica en la técnica imperante: la cita individual en despacho, la cual debería ser, a mi juicio, la menor de las utilizadas, y, sin embargo, es la mayoritariamente empleada, e incluso a veces la única, relegando lo grupal o lo comunitario a un escenario que, igual, jamás encontraremos, quizá porque ya no esté ni tan siquiera en nuestras posibilidades imaginables.

A riesgo de ser cansino, quiero insistir en ciertas ideas fuerza que llevo repitiendo desde hace años sobre lo que en mi opinión sería la técnica idónea dependiendo de qué objetivo sea el necesario (si lo es):

  • Si el objetivo es informar, la vía telemática, telefónica o incluso grupal en casos de grandes demandas o acceso en primera instancia,
  • Si el objetivo es hacer seguimientos de prestaciones (no de personas), la metodología debería ser grupal como complemento a la coordinación inter-institucional, con las entidades prestadoras y diversos agentes,
  • Si el objetivo es el empoderamiento y el cambio/desarrollo personal, la metodología debería ser comunitaria, en grupos desde el entorno de tipo socioeducativo, socioterapéutico, etc.,
  • Si el objetivo es la valoración, o el seguimiento personal y familiar, debería primar la visita domiciliaria.

Todas estas ( y más) forman parte del repertorio posible de las y los profesionales del Trabajo Social, y de los Servicios Sociales comunitarios, sin duda alguna.

¿Y la entrevista individual en despacho?, ¿para qué?. Cada vez tengo más claro que, de manera general, y exceptuando cuando tenemos que usar contextos de control (a veces hay que emplearlos, desgraciadamente), debería circunscribirse al asesoramiento. Personalmente cada vez me gusta menos el término de acompañamiento social y más el de asesoramiento. Parto de la experiencia de la dificultad que supone proponer cambios una y otra vez  a alguien que está enfrente, pero que no los demanda en modo alguno. Es la idea que me ronda desde hace tiempo desde la convicción de que la entrevista individual, empleada con quien realmente no tiene motivación para protagonizar un cambio, se convierte (nos pasaría a cualquiera) en «dar la chapa»: una pérdida de tiempo por ambos lados y para el propio Sistema.

Por otro lado, la entrevista individual en despacho en Servicios Sociales termina siendo para sus profesionales y sus instituciones una dulce condena, que nos conduce a sufrir cierto síndrome de Estocolmo a quienes nos dedicamos a ello.  Es más: creo que está en la raíz  de ciertos conflictos con las personas que acceden a nuestros servicios en mi opinión.

Acabo como empecé: repetir la técnica hasta el infinito, no permitirá obtener nada nuevo más allá de lo que ya tenemos sobre la mesa.

Ánimo

Nacho

Os dejo con una placer para el oído. Bach: Cello Suite nº1.

La entrevista y el síndrome de Estocolmo

3 thoughts on “La entrevista y el síndrome de Estocolmo

  • 27/04/2017 a las 23:17
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    Según mi punto de vista la entrevista es la técnica fundamental del Trabajo Social Individual y Familiar. Su conocimiento y ejercicio distingue un trabajo profesional de otro voluntario además de preparar al profesional en muchas de las actitudes y aptitudes necesarias para el Trabajo con Grupos y en la Comunidad. Si nos dedicaramos más a profundizar y mejorar en lo que son los ejes básicos de nuestra profesión casi seguro que no nos encontraríamos en la situación en la que nos encontramos: administrativos y gestores de prestaciones. Me parece. Un saludo

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  • 27/04/2017 a las 18:27
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    Hola de nuevo Nacho. Gracias por tu entrada, en la que, de nuevo, hay cosas con las que estoy de acuerdo, otras que matizaría y otras en las que discrepo. Tendría que escribir otra entrada o varias para explicarlo, así que sólo apuntaré un par de cosas. Una, que paradojicamente, el Trabajo Social está desapareciendo de los Servicios Sociales, siendo sustituido por una serie de prácticas que podrían ser ejercidos por otros oficios y profesiones. La otra, que en el Trabajo Social estamos olvidando nuestra principal función, el establecer relaciones de ayuda (que se confunde frecuentemente con establecer relaciones para dar ayudas, que es muy diferente) y para ello es imprescindible la entrevista terapéutica (a la que defiendo principalmente en despacho) y que tampoco tiene nada que ver con las citas individuales de las que hablas. Un abrazo, majo.

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    • 27/04/2017 a las 20:34
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      Buenas! respecto a lo primero, tendrías que explicarte más… pero en lo segundo, estoy seguro de que hablamos de lo mismo. El problema que yo veo es que el sistema hace que, en la práctica, el tratamiento es el mismo y con la misma metodología si la persona precisa esa entrevista terapéutica (de relación de ayuda, de asesoramiento..) que si van a preguntar cómo va su expediente. Eso hace que al final, no nos dediquemos a lo primero. Por otro lado, siempre he creído que se aprende más del compañero que del maestro (debe ser que no tuve buenos profes, jeje) y deberíamos institucionalizar la relación de ayuda en formato grupal, creo que al final es donde se producen los cambios en quienes los desean, e incluso me atrevo a decir que también en quienes no están suficientemente motivados para ellos. ME encanta compartir contigo.

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