Con un 55% de los votos… es el tema elegido.

El asunto del despacho es una gran preocupación que planea hables con quien hables (incluso fuera de nuestras fronteras): nuestra profesión corre el grave peligro de encerrarse detrás de una puerta y un escritorio. Las y los profesionales lo rechazamos: al menos teóricamente, pero ¿en la práctica buscamos vías para salir de él?.

Y es que, tras muchos encuentros y conversaciones con colegas, parece que se confirma un hecho: tanto el trabajo grupal (excepto en lugares privilegiados como>>Sión-Vallecas), como la visita domiciliaria, han quedado en un lugar casi residual: herramientas que, a mi juicio, guardan la quinta esencia del Trabajo Social en Servicios Sociales (si bien también sucede en las profesiones sanitarias).

¿Culpa de las  instituciones?; ¿Complicidad de los mandos? o ¿Resistencias entre profesionales?. Cuando se trata de buscar responsables (y soluciones, claro) ante esta pérdida, hay diversas teorías que apuntan, normalmente, a un lugar diferente de aquél desde el que se habla (je, esto sí que es común). Ante este cruce de acusaciones, creo que parte, seguro, hay en cada lado, pero profundizaré algo más.

1.- ¡Las instituciones!: Desde la consolidación de los Servicios Sociales se priorizó de tal forma un modelo basado en las prestaciones que la única agenda en la que se pensó fue la del despacho, y «atención al público = despacho» parece que fue el axioma sobre el que se construyó el Sistema. Prueba de ello  es que en las aplicaciones informáticas de agendas es normal el que no se contemple ni tan siquiera la posibilidad de actuaciones grupales ¡y menos las atenciones telemáticas!. Es decir: la única forma oficial de ser atendido/a, es individual: presencial o telefónica. Si alguien lo monta de otra forma, «son así de originales», he llegado a escuchar.

exit despachoPor otro lado, la escasa organización de las tareas y funciones ha mermado enormemente la posibilidad de salir del despacho. Por ejemplo, en mi Ayuntamiento, la interpretación que se hizo de la «Ordenanza de Prestaciones de Mayores» (SAD, CDia, etc.) sumió  a las y los profesionales  en un proceso burocrático típico del fordismo industrial, convirtiendo un apoyo sencillo en un extenso expediente administrativo similar al de una subvención. Por otro lado, la gestión de miles de micro ayudas económicas complementarias a los precios reducidos de comedores escolares ha acabado de catapultar tal posibilidad. Y lo grave es que esto no es debido a un aumento de la demanda, como alguien podría pensar “por la crisis”, sino a erróneas interpretaciones o decisiones institucionales, propias, o de otras administraciones.

2.- Los mandos: Descendamos un poco más: la planificación (o su ejecución) de las tareas y procesos en muchísimos Servicios Sociales ha sido insuficiente, cristalizándose en la incorporación del aumento de la demanda y tareas sin reflexionar antes sobre qué método de trabajo era mejor para acometerlas, es decir: “a capón” y sobre el mismo esquema de trabajo de los años 80: el basado en el axioma «atención = despacho».

¿Existen alternativas? ¡ CLARO ! pero, sorprendentemente, lo de copiar las buenas ideas, parece que tampoco es común, supongo, por las resistencias a cambiar las lógicas de funcionamiento: el cambio -y más en organizaciones- conlleva un gran esfuerzo que es necesario mantener un tiempo. Existen fórmulas para una gestión más eficiente de la atención, como, por ejemplo, los grupos para el seguimiento de RMI, las ayudas económicas, el trabajo en red, o la atención telemática (que podrían atajar la espera en la atención), pero no se implementan de manera general. Parecería que los mandos no están dispuestos o no son capaces de aplicar fórmulas ajenas aunque se demuestre su validez, si bien tengo claro que los mandos, sin el apoyo de las y los profesionales de base, difícilmente pueden producir cambios reales (y menos, mantenerlos en el tiempo).

Pero ÁNIMO: no todo está perdido. Las instituciones no son inmodificables: si hasta Cuba ha decidido sustituir la enseñanza del ruso de las escuelas por el inglés, es que más vale tarde que nunca: aún estamos a tiempo de hacer los cambios pertinentes. Creo que no es tan difícil, sinceramente.  Lo que no podemos hacer es seguir aplicando modelos del pasado al presente, e incluso negando la evidencia de los cambios que éste nos exige para afrontar el futuro.

3.- ¿Y los y las profesionales? Este asunto me preocupa en extremo: a veces dudo de si la inercia de tantos años de atención a demanda nos habrá anquilosado el músculo proactivo. ¿Seremos capaces de promover cambios o de aprovechar las oportunidades cuando se nos presenten?.

Imaginemos que los Servicios Sociales recuperásemos ciertos métodos de trabajo -y ahora hay vientos de cambio–  (por ejemplo, la atención grupal para seguimiento de prestaciones masivas, la consulta telemática, o la gestión colectiva de ayudas económicas) ¿seremos capaces de impulsarlos? ¿recuperaremos los grupos o la visita a domicilio como herramienta esencial de la intervención social?

Si queremos, pienso que sí, pero tengo ciertos temores, tengo que seros sincero. Temores fundados por conversaciones, por ejemplo, donde se niega la necesidad de hacer una visita a domicilio para valorar adecuadamente a una persona que demanda ayuda a domicilio, por mucho que la podamos tener en el despacho. Para mí, es un caso de libro de asunción de la lógica acomodaticia: la sistematización de la (mala) práctica, termina siendo un dogma (lo decían Berger y Luckmann). Reconozcámoslo: el despacho es el lugar perfecto donde podemos crear y recrear la zona de confort necesaria para dar al traste con la atención grupal, las visitas a domicilio, o incluso negar que hay oportunidades en las TIC. Y sin nuestro empuje… chungo. Las y los trabajadores sociales sabemos que sacar a alguien de un lugar, sin su voluntad…

A fin de cuentas, la zona de confort es eso: lo que se viene haciendo “desde siempre”, por muy desagradable que pueda llegar a ser. Preso/a en esa zona, terminas pensando que salir de ella estará lleno de peligros (“si la uso, me robarán la tablet”, “si hago grupos, habrá conflictos que no podré manejar”; “si atiendo por email, crecerá la demanda” y si… y si… ¿y si no? ¿ y si mejora todo?) Con frecuencia, el ser humano  (TS incluidas/os) reaccionamos ante el cambio pensando más en lo que se pierde que en lo que se gana.VER post> «sal de tu zona de confort»

Sinceramente. Creo que, en primer lugar, las instituciones y sus responsables deben articular todas las medidas, como las anteriormente propuestas, para hacer posible un trabajo eficiente y de calidad: sin crear las condiciones, será difícil. Posteriormente, habrá que motivar para “volver a fortalecer el músculo proactivo”. En ello, tenemos mucho que decir y hacer cada uno/a (entre iguales nos motivamos mejor, qué duda cabe). Y por último, pienso que habrá que forzar la máquina. Igual me gano enemigas/os, pero la experiencia me dice que, al final, hay que obligar a quien se resista en exceso (al igual que se obliga a atender en despacho): las instituciones deben adoptar la fórmula de trabajo que se considere adecuada, independientemente de los gustos de cada profesional.

Por hoy lo dejo, que no paro. Es un tema para un libro.

Os animo a provocar el cambio: seas de base, mando o responsable político/a. Vale la pena.

Nacho

Hoy os dejo con una muy bonita: dice «sácame de aquí», jeje. Respirar, de Bebe.

¿Es nuestro lugar EL DESPACHO?

9 thoughts on “¿Es nuestro lugar EL DESPACHO?

  • 18/09/2015 a las 16:49
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    Completamente de acuerdo ¿quién ha tenido nunca una relación realmente humana, manteniendo exclusivamente «entrevistas de despacho»?, pero sin generar una relación autenticamente humana es prácticamente imposible empatizar y generar confianza, no es posible producir modelaje, no hay intervención social posible, únicamente se podrán realizar «gestiones».
    El tema que planteas me parece mucho mas grave de lo que podría parecer, nuestra ausencia del entorno del otro nos puede hacer poco sensibles a sus necesidades y caer en las rigideces burocraticas que tanto detestamos.

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    • 22/09/2015 a las 12:36
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      Me encanta tu última frase, M Jesús, no puedo más que repetirla: nuestra ausencia del entorno del otro nos puede hacer poco sensibles a sus necesidades y caer en las rigideces burocráticas que tanto detestamos. GRACIAS.

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  • 18/09/2015 a las 11:48
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    Que gusta dar leer que todavía se promociona el cambio! Cuantas veces se nos rechazan propuestas..aquello de que si algo no funciona tendremos que hacer algo distinto cuantas resistencias mueve…
    Imagino que como a mi, habrá compañeros que se hayan cansado de intentar que nos dejen cambiar…POR FAVOR NO!!! sigamos intentándolo!! Y apliquemos el mismo razonamiento: si lo que hacemos no funciona para conseguir los cambios pensemos en otras estrategias!!
    Pero sigamos dando nuestra opinión, planteando cosas nuevas y generando nuevos proyectos!!
    Con 30 años de experiencia laboral si no siguiera haciéndolo me moriría por dentro independientemente de los resultados.
    Gracias Nacho, admiro tu capacidad y la motivación que nos transmites!

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    • 22/09/2015 a las 12:37
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      Gracias por compartir, por transmitir.. tanto, Belén. Seguro que podemos! Claro que sí!

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  • 15/09/2015 a las 22:07
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    A ver si me das un impulso, llevo meses queriendo organizar grupos de seguimiento de la Renta de Garantia, no sé cómo hacerlo…. Me gusta leer este blog. Enhorabuena Nacho.

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  • 15/09/2015 a las 08:57
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    Absolutamente de acuerdo Nacho. Desde q comence a estudiar T S alerté contra los Trabajadores Sociales «despachistas», toda una amenaza. Si bien yo ahora me dedico a la gestión y reconozco que el despacho da la intimidad y el entorno para determinadas conversaciones delicadas o confidencias, nada hay que sea mas estimulante o gratificante que salir de el y darse un baño de normalidad, de realidad, de vida personl, laboral y profesional en estado puro. Yo siempre que puedo lo hago y pese a q la barrera de la mesa es una tentacion ante las ingerencias de ciudadnos descontentos o incluso de las agresiones el «riesgo» de contagirte de relidad social y profesional, en definitiva de vida… Bien merece la pena para salir de «la pecera». El mundo y nuestros «clientes» estan hi fuera.

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    • 15/09/2015 a las 17:07
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      La verdad es que es una inercia difícil de vencer. Por eso, aparte de la motivación, es necesario que la institución, aparte de pensar la organización de las tareas, debe crear la obligatoriedad de uso de determinadas herramientas. Por ejemplo, en mi centro, todos los TS hacen grupos, ya con fecha concreta, se acuerda o elabora el material y nadie puede negarse: es parte del funcionamiento del centro, sin más. Es vital que las instituciones adopten medidas así. En caso contrario, seguirá siendo «cuestión de gustos», y, por tanto, nada que quede. GRACIAS POR COMENTAR

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