Llevamos una temporada muy complicada. La más complicada que recuerdo. De los días de cierre físico de los Centros al principio, a no saber cuándo acabará la pesadilla. Del «todos juntos saldremos» a una sensación de enfado permanente, que, tras tanto tiempo, corremos el peligro de normalizar. Del espejismo sonriente de la vuelta del verano, a la tercera ola en cuya cresta parecemos encontrarnos. El caso es que arrastramos un agotamiento que es alimentado en un contexto de continua emergencia y pesimismo.

Sin embargo, no debemos perder la óptica del momento histórico para nuestros Servicios Sociales. Los hechos que hemos vivido han puesto en evidencia nuestras fortalezas y puntos débiles, que nos deben hacer reflexionar y depende de cada uno/a el encontrar en ellos argumentos para retomar fuerzas y no dejarnos vencer por tanta desolación.

El haber tenido que reinventarnos (la emergencia social, lo online, el teletrabajo, nuevas prestaciones (tarjetas prepago, IMV), la relación con entidades vecinales y sociales, la distancia social, cambios en procesos, etc), ha puesto sobre la mesa multitud de motivos para no tirar la toalla y ponernos manos a la obra.  Llevamos una pesada mochila (a días, insoportable) de experiencias en la que hay un pesado DAFO (análisis de debilidades-amenazas-fortalezas-oportunidades) y quizá es momento de empezar a plantearnos aquello del CAME (corregir, afrontar, mantener, explotar).

Tres oportunidades, que, para mí, son razones para el optimismo:

  • La primera oportunidad, es que en estos momentos somos capaces de hablar desde una vivencia traumática común. En otros momentos, creo que las estrategias se planteaban desde un contexto no vivencial, quizá más en lo teórico que en la praxis.
  • La segunda gran oportunidad: el shock. Es un momento ideal para hacer cambios, eso es innegable. En ocasiones estos contextos han sido utilizados para «el mal» ( leed La Doctrina del Shock (Naomi Klein)), pero también pueden ser usados para mejorar las cosas.
  • Por último: el mero hecho de que en cualquier equipo nos estemos replanteando cómo abordar el trabajo a partir de ahora, modelos, metodologías, tiempos, procesos, recursos… me parece una gran oportunidad colectiva para mejorar nuestros Servicios Sociales. Compartamos.

Aprovechemos el momento. Puede que no grandes cosas, ¿o sí? pero en cualquier cosa, algo conseguiremos. La sociedad lo necesita.

Ánimo

Nacho

¿HAY RAZONES PARA EL OPTIMISMO?

2 thoughts on “¿HAY RAZONES PARA EL OPTIMISMO?

  • 01/02/2021 a las 00:30
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    TE doy totalmente toda la razón, y como trabajadores sociales debemos seguir luchando y empoderando a las personas, para que sean capaces de dirigir sus vidas, es el gran legado que nos dejó nuestra precursora Mary Richmon

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  • 31/01/2021 a las 22:13
    Enlace permanente

    Me parece muy interesante lo primero, Nacho. Ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad debe ser un factor para mejorar en los procesos atencionales, fundamentalmente cuando es posible la presencialidad, pero también en mayor medida si cabe, cuando lo realizamos desde canales telemáticos.

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