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Esta entrada va dedicada a mis colegas varones, y a las que no lo son, con quienes me siento como pez en el agua… a pesar de alguna miraditlla que otra (os pido leer esta entrada en clave de humor, no se me moleste el patio.).
Como ya sabéis, soy trabajador social, una profesión aún mayoritariamente femenina (esto es así por muchas razones que no voy a describir porque de eso hay tesis doctorales). Lo que no sé es si se ha escrito algo sobre cómo se siente un hombre en este tipo de profesiones, así que haré una pequeña incursión en el espinoso asunto del género.
La verdad es que cuando me empeñé en hacer Trabajo Social ni lo pensé: fue algo con lo que me encontré el primer día de clase (como venía de ingeniería, el panorama no era el mismo precisamente). Y sí, entre los colegas estaba el comentario facilón servido… pero bien saben que durante la carrera no me comí una rosca (al menos en la escuela, jeje).
Sin embargo, me encuentro con frecuencia con una extraña sensación de tener que justificar mi condición ante mis compañeras, motivo por el cual he escrito esta entrada, y la recomendación musical (je, «¿Qué hace una mujer como tú en un sitio como éste?»).
Vamos, que aunque la gente me suele decir lo de «menuda suerte, qué bien acompañado estás», y yo no tengo queja alguna, en algunas ocasiones, tengo que decir que algunas de mis colegas mi miran con malos ojos y os relato varias experiencias curiosas en las que he tenido esta sensación:
1.- Me presento voluntario a un grupo de profesionales y resulta que ¡ups! ¡casi la mitad somos hombres! y una colega saca el tema (aunque el único requisito era estar en posesión del título) ¡encima para arrimar el hombro!. Por desgracia, no había más voluntarias, así que no hubo más alternativa que aceptar que la representación masculina sería desproporcionada en comparación con la media de la profesión. En aquel, como en otros casos, supongo que hay muchas razones de tal desproporción, pero de los allí presentes, ninguno teníamos culpa, supongo. La lógica, finalmente, se impuso.
2.- Congreso de TS: mando una comunicacion, me la aceptan, subo a la mesa, la presento, junto con otros colegas (de los 4, tres éramos hombres). Aplausos. Parece que ha gustado. Bajo del escenario. «Muy interesante» -me dice una colega- «pero demasiados hombres en la mesa, con la de mujeres que somos en la profesión». ¡Vaya! ¡pues quéjate al comité científico! (o que incluyan un cupo de género en las normas para publicar (!))
Ambas experiencias me recuerdan a lo del «cura regañando por no ir a misa justo a los que han ido». Entiendo la reflexión desde la perspectiva de género, pero bronquear al colega, eso si que no. Y el caso es que he contrastado este asunto con varios colegas -varones también , claro-.
3.- La última: como mi nombre a veces sale en quinielas, es curioso que, en este sector, cuando se habla de un hombre para ascensos, no falta quien insinúa que «claro, como es hombre…» y si bien los estudios indican que «el trabajador social varón está mejor valorado» (informe ISSE del Consejo General de TS), digo yo, que de eso, el colega en cuestión, tampoco tendrá culpa. Además, me repugna que en un sector masculino se dude de la valía de una mujer por el hecho de llegar a un puesto de dirección ¿es posible que pueda pasar a la inversa?.
También me hace gracia, cuando estamos en un curso, y soy el único hombre, que se me pida perdón al decir «vosotras», ya que al revés nunca se pide perdón. Colegas: no es necesario, los trabajadores sociales hemos aceptado con normalidad estar en minoría , no nos ofendemos por eso.
En definitiva: sueño y trabajo por un mundo en el que mujeres y hombres no seamos más que personas, aptas, o no, para un trabajo, (y, por supuesto, se cobre lo mismo). Me considero feminista como la que más; pero no me gustan las broncas improcedentes, ya que uno no puede pedir perdón por algo que no eligió, así que ruego a mis compañeras de profesión, que me perdonen por ser varón.
En todo caso, espero haber sacado una sonrisa a alguien.
Nacho
Y sin más dilación, una que me venía a la cabeza con el tema: Burning. «Qué hace una mujer como tú en un sitio como éste».
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PERDÓN POR SER VARÓN
Hola Nacho! muy valiente tu post, me gusta porque es un tema sobre el que hablamos poco.
Como se ha dicho ya mucho voy a tratar de resumir y aportar algo:
-En mi experiencia profesional y personal he visto los dos casos, discriminación pura y dura a favor de los trabajadores sociales hombres y falta de responsabilidad individual e iniciativa por parte de las mujeres. Seguramente será por nuestra falta de confianza en nosotras mismas, pero no creo que sirva de excusa. Sabemos que el patriarcado está ahi, menospreciándonos como profesionales ¿le vamos a hacer caso? pienso que es importante luchar contra las barreras internas.
– Respecto a las barreras externas, primero asegurarse que son por cuestiones de género y no por 50 mil factores más. Investigar bien antes de declarar que es discriminación, si se investiga y se constata no quedarse callado o callada.(Yo me quedé callada en un caso de discriminación clarísimo mientras otras compañeras mias se quejaron y abandonaron la ONG)
– Ultima cosa: vosotros los hombres trabajadores sociales tampoco salís de rositas. Mirad que estudio más interesante de la Universidad de Florida que constata que la brecha salarial no es sólo de género, sino también de valores. Los hombres con valores igualitarios ganan menos dinero y están menos malorados profesionalmente. El sistema apoya a los hombres-macho, otra muesta más del machismo que en este caso perjudica a los hombres que se unen «al lado oscuro»
https://diversidadcorporativa.com/2008/10/08/la-verdadera-diferencia-salarial/
Un saludo!!
Totalmente contigo. Hay muchos factores que analizar. Lo que me dejó alucinado (aunque resulta lógico, que un «padre igualitario», sea contagiado también por lo «negativo» de la maternidad… gracias por compartir ese estudio, me hace pensar… muchas gracias por comentar!!
Me encanta tu blog y me he sonreído y reído con el aunque me temo q no puedo ayudaros con el tema de pq no os comiais un rosco en la carrera 🙂 si bien mi compañera y yo tb nos encontramos en la mesa de ponencias del congreso una mayoría de varones, algo q comentamos, dada su escasez manifiesta en nuestras filas. En fin, permite q me quede con tu frase de q todos seamos personas. Y por cierto, he puesto en práctica el ts grupal para ayudas económicas en mi ayto y me ha encantado. Gracias por tus ideas.
Me alegro de haber provocado algún sonrisa (y algún cabreo, me consta). En lo de las roscas… tranquila, no sé qué hubiera sido de mí si finalmente hubiese acabado con una TS (ya ves que soy un poco cansino… jeje). Mejor lo diverso ;-). Sí que yo echo mucho en falta (fruto de muchas cosas, entre ellas arrastrar parámetros culturales machistas) la participación de compañeras en cursos, congresos, etc. donde a veces parece que sólo cogemos la palabra los hombres. Una parte importante depende de vosotras, así que enhorabuena por la parte que asumiste!
Con lo de la experiencia grupal, ese es el mayor reconocimiento que me puedes hacer. Me alegro muchísimo, y me gustaría que me contases más detalles, ya sea en comentario, o por email a santasgji@gmail.com
Por supuesto, muchas gracia por comentar!!!!
Hola!!Yo soy varón también y Trabajador Social ( aunque sea para que esté en la pared) , y si, existe una discriminación al hombre en esta profesión.
En mi caso, he ido a miles de entrevistas , en algunas he ido de relleno, porque antes de entrar por la puerta ya estaba descartado sin ser varón, ya había una mujer seleccionada por otras mujeres , qué casualidad!!!En los ayuntamientos todas son Trabajadoras sociales qué casualidad….no!!!…A parte de la carrera he terminado 5 máster, y siempre me dicen no…; Siempre me dicen que es porque no tengo experiencia…….! Siempre el no me lo han dado mujeres, incluso en trabajos en los que no requerían experiencia…contrato de formación. !! Son muchas veces, estoy harto. De la discriminación que sufrimos en la profesión!! Me pase tantas noches estudiando para no tener una oportunidad…!! Yo he tenido trabajos en los que no he visto ni un atisbo de discriminación. Hacia ellas , pero en todas las profesiones existen cuervas. ! Que empujan a las que les son simpáticas …y al hombre a la calle!! Una pena …!!
Cordial saludo
Soy estudiante de Trabajo Social en Colombia, y estas vivencias son el pan de cada día, pero tenemos que apuntarles todos y todas a un reconocimiento del ser, sin caracteristicas biologicas fisicas o demas
Buenas noches! un placer, en primer lugar, ser seguido desde allá. Comparto tu opinión y te dese mucha suerte en los estudios: mi más sincera enhorabuena por elegir esta profesión. Un abrazo desde Madrid, y gracias por comentar!
Contesto, Nacho, por alusiones.
Soy hombre, trabajador social desde hace más de 25 años. En todos los entornos laborales y formativos en los que me he desarrollado como profesional las mujeres han estado representadas en una proporción cercana al 9 a 1. Es la realidad del Trabajo Social, que compartimos con otras profesiones de ayuda y con cada vez más entornos universitarios.
No conozco pues otra realidad, que para mí es la natural, y supongo que por eso tengo cierto sesgo en la mirada. Desde ahí es donde digo que creo que el género no es un factor decisivo en mis relaciones profesionales.
Tal vez un factor más, pero por encima de él creo que hay otros factores más influyentes: ser buen o mal profesional, ser buena o mala persona, incluso ser del Madrid o del Barça (tranquis, esto último es broma…)
Nunca he sentido un desprecio, rechazo o desconsideración de ninguna compañera por el hecho de ser hombre, como tampoco creo haberlo hecho al contrario, aunque seguro que en algún momento me he visto traicionado inconscientemente por los roles de género que culturalmente arrastramos.
Para mí ha sido algo, como digo, bastante natural y aunque no guardo ninguna experiencia extraña significativa, sí que soy consciente de que las mujeres que están en otros entornos laborales mayoritariamente masculinos no lo tienen tan fácil. Pero eso, creo, es otra historia.
Por mi parte, perdonado, Nacho. Yo ya me perdoné hace tiempo esto de ser hombre. Incluso creo que me he reconciliado conmigo mismo.
Un abrazo.
Efectivamente, para mí también lo es, pero en ocasiones siento cosas extrañas como las descritas, y por eso me lancé a escribirlas. Por supuesto, es una pena arrastrar, aún, tantos lastres culturales en este tema. No obstante, soy optimista. Muchas gracias por participar! un abrazote.
Agradezco tu entrada sobre el género pero estoy de acuerdo con Mar en que las cosas son mucho más complejas, Nacho. Poner una “mirada de género” implica querer (y poder) ver lo que el sistema patriarcal oculta, invisibiliza o legitima para mantener ese orden de dominación masculina. Ese sistema de poder nos confunde: por un lado, se nos transmite que la igualdad ya es un hecho, que ya está lograda, que las mujeres pueden elegir y decidir lo que quieran, que hombres y mujeres gozamos de los mismos derechos y la misma capacidad de decisión. Sin embargo, sabemos que eso no es verdad, ya que vemos -a través de múltiples manifestaciones- que el patriarcado se cuela por donde puede (violencia machista, micromachismos, feminicidios, “intolerable” aumento de la prostitución, dificultad para las mujeres de reconocerse como feministas por miedo a la reacción masculina, etc…). La desigualdad la reproducimos las mujeres y los hombres de una manera inconsciente a través de incorporar creencias, mandatos e ideales que la sociedad y la cultura prescribe a cada sexo.
Entiendo que te puedas sentir mal a veces por esa rabia e impotencia que “actuamos” las trabajadoras sociales cuando comprobamos que “muchos de los pocos” varones de nuestra profesión tienen más iniciativas (seguramente porque están más seguros de sí mismos y desean más el poder y la visibilidad), lo que no es cuestionable en sí mismo, pero que nos hace confirmar que hay un orden de género que tiende a dar más valor, más poder y más privilegios a los hombres.
Creo que las mujeres debemos dejar de quejarnos y de “envidiar” a los varones que consiguen lo que no conseguimos nosotras. Debemos preguntarnos y cuestionarnos por esas identidades de género que tanto nos atrapan, oprimen y paralizan. Sólo viéndolas, comprendiéndolas y cuestionándolas, podremos intentar cambiarlas.
Por otra parte, los hombres progresistas tienen que poder soportar que cuentan con privilegios de partida y que suelen aprovechar las oportunidades que el orden patriarcal les ofrece. También deben admitir en algún momento que tal vez no son tan igualitarios como les gustaría ser, porque tampoco la mayoría de las mujeres son igualitarias. Por eso existe la desigualdad.
Habría que ver por qué están mejor valorados los trabajadores sociales varones. No sabemos quién ha hecho esos estudios y no sabemos si quien los ha hecho tiene suficiente conciencia y conocimiento de cuál es la dimensión de la desigualdad y qué es el género, que no es más que una herramienta para enfocar dicha desigualdad y tomar suficiente conciencia de ella.
A todxs deberían importarnos estas cuestiones. Te doy las gracias por haber sido valiente y hablar sobre ello.
Un abrazo,
Julia Herce.
Buenas noches! Creo que lo que defiendes, tanto Mar como tú son perfectamente compatibles con lo que yo digo, sinceramente. No veo el desencuentro.
Sabía que me estaba metiendo en terreno difícil a tocar el tema, pero en ningún momento pretendí invisibilizar toda forma de machismo, contra las que, como tú, peleo diariamente (eso si me doy cuenta, porque, efectivamente, existen dinámicas heredadas en las que a veces caemos inconscientemente.
Como le he comentado a otra compañera, creo que hay una gran parte de esta batalla que depende de vosotras ( por ejemplo, cuando veo que en un curso, o en un congreso, los hombres predominamos), y, por supuesto, entiendo que hay factores educacionales muy fuertes todavía.
Tampoco pretendí hacer un despliegue sobre el tema, por lo que os agradezco a ambas que ayudéis a sacar a la luz el trasfondo que os ha suscitado mi post. Gracias, de veras.
Lo único que pretendía era, desde mi experiencia personal, comentar, con un poco de humor, que he vivido algunas situaciones en las que el hombre, en nuestra profesión, es mirado de manera sospechosa, cuando aprovecha, como debería hacer una compañera, la ocasión de participar y proponer, como si fuese culpable.
Por último: agradecerte el comentario y que participes en mi blog.
Un besazo. Nacho
PD. : el informe lo hizo el Consejo General de TS.
Muy buen post y creo que aporta algo interesante a reflexionar en esta profesión. Me has sacado una sonrisa.
Lo que comentas del Congreso, voy a decir más, fue curioso que había muchas mesas con mayoría de hombres, no sólo la tuya. La mía también fue así, sólo una mujer (de 5 que eramos).
Lo que dices del ascenso, en el caso de la mujer. me ha venido a la cabeza esos comentarios que, por desgracia, más de una vez se hacen. Comentarios con ironía tipo: «claro, se lleva tan bien con el jefe» o «algo especial habrá hecho para conseguir el ascenso». Comentarios machistas donde los hayan.
Para acabar, simplemente unirme al clan de los que no se comió una rosca en la carrera jejeje 😉
Bueno, era un poco desahogo chistoso. Muchas gracias por comentar! Ahora; que empiezo a preocuparme por eso de las roscas! Habrá que investigar…;-)
Hola Nacho. Provocador título.
Y como dices si lo leamos con humor, así lo hacemos.
La cuestión es todo lo que hay detrás de lo que refieres.., y la importancia de que tanto mujeres como hombre miremos la vida con capacidad crítica.
Por supuesto que hay que defender el derecho ( y el deseo) individual…., creo que estas experiencias tuyas ( que si te das cuentas todas proceden de situaciones exitosas de participación) en la que te quedas perplejo porque se te cuestiona por ser varón…, están bien vivencialmente para que vivas lo que perciben (imos) muchas compañeras( y generalmente no en el marco de experiencias exitosas) .. , y sobre todo lo que perciben muchas mujeres con las que trabajamos, cuando tienen que pedir perdón por ser mujer ( ni eso a veces, porque ahí está la clave en no ser capaz de analizar cual es el motivo de la micro-discriminaciones o micro-exclusiones….que a veces son externas y otras autoimpuestas).
Es importante que complejicemos un poco la reflexión…y nadie ha dicho que las soluciones sean fáciles, ni simples ni rápidas…,
Nacho, lo que está claro es que esto desborda el cúmulo de decisiones individuales y requiere de otra manera de leer el mundo y de otra manera de trabajar y promover la participación. Propuestas institucionales y políticas por supuesto, pero también un cambio social que ya está en marcha y que está claro que, ó creemos en la igualdad, en la diversidad y en la singularidad o el sistema quebrará…
Y ya, centrándonos en nuestra profesión, pues sociológicamente como dices hay mucho que analizar.., pero el peligro qprincipal que yo veo vitalmente es que como «colectivo de clases medias profesionales» creamos que con la igualdad formal ya lograda ya está todo conseguido.., creo que en nuestros despachos y nuestros barrios estamos viendo todos los días lo que genera no vivir en igualdad….
Yo también puedo contar anécdotas y algunas vinculadas a situaciones similares a las que tu cuentas…, a la inversa claro. Las escribiré algún día.
Todos y todas los que intentamos vivir en igualdad hemos ganado.
Mar Ureña
Sabía que entrarías al trapo y comparto tu análisis, sin duda alguna. Pero discrepo en lo de «estas experiencias tuyas están bien vivencialmente para que vivas lo que perciben /imos muchas compañeras». Como aprendizaje personal, vale, pero parecería que está bien producir efectos rebote como escarnio, y eso sí que no: se trata de no reproducir malas experiencias. Pero vamos, que entiendo y comparto totalmente tu argumento. Gracias por comentar, amiga. Nacho
Mar, he ampliado mi respuesta en la respuesta a Julia. Te doy las gracias por sacar a la luz toda la enjundia que tiene el tema (aunque no era mi objetivo). Más adelante, me meteré en ello con más detalle. Un besazo. Nacho