Sigamos con el decálogo: «Actuarás con autonomía profesional». Este «mandamiento» está muy vinculado al anterior: «Te arriesgarás» >VER.
A ello me refiero cuando el/la profesional que trabaja en la Administración teme al vacío ante la ausencia de una instrucción en un determinado momento, y decide preguntar en contra de arriesgarse y obrar por cuenta propia: es humano temer la represalia, claro, pero, quizá, antes de preguntar deberíamos pensar si realmente es necesario hacerlo.
Y es que, si el profesional decide elevar demasiadas preguntas a entes superiores… lo más probable en un número importante de casos es encontrar un «no» por respuesta (con el queme posterior), especialmente si la pregunta se formula sin explicar los beneficios de lo que se pretende emprender -error común- ( y si encima, se hace por email…. PEOR: por escrito aumenta enormemente la probabilidad de recibir un «no» por respuesta, precisamente, por el mismo temor a «cargar» con la responsabilidad del error cometido (que también los/las jefes/as tenemos) y que encima, quede constancia). Mi colega y jefa hasta hace bien poco solía decir que «lo que no es ilegal, es legal»: con eso, creo que queda claro el mensaje. Quizá, mejor, es indicar todo lo que se podría ganar en caso de que la hipótesis planteada funcionase, o/y asumir el margen de error posible: tampoco estamos manejando una bomba atómica, pienso muchas veces.
De igual forma, en ocasiones la norma no es lo suficientemente concreta o/y deja hueco para un informe social que justifique algún tipo de situación y saltarse una segura denegación de la prestación con la que se desea beneficiar a una persona: arriesguémonos por lo que creamos que es justo. A este respecto, os invito a probar ( aplicando el in dubio pro reo): el bien a conseguir puede valer la pena, es más, puede incluso sentar precedente para siguientes.
Una situación especial a la que se podrían dedicar ríos de tinta es el «siempre se ha hecho así», y los discursos hechos, que en ocasiones no ofrecen más camino que «todo debe seguir igual» o soluciones muy sencillas depositadas en entes ajenos, olvidando, que quizá, podamos hacer algo cada uno/a.
En concreto, es especialmente interesante la oportunidad de un cambio de puesto o de lugar de trabajo. Dicen que la ignorancia es atrevida, pero puede llegar a representar una gran oportunidad, dado que no existe el gran peso del «eso siempre se ha hecho así», y vas y lo haces… ¡ y resulta que se podía!. A mí me está pasando, creedme.
En todo caso, el concepto del margen de error es algo que me encanta manejar. A veces la situación es tan horrible, que el margen de error es bien escaso: me refiero a cuando empeorar es casi imposible, y que la alternativa, en caso de equivocarnos es… ¿volver al horror anterior?… entonces, quizá, mejor lanzarse ¿o no?.
La verdad es que creo que en Trabajo Social somos especialmente hábiles para buscar los resquicios a las normas por ese rol-frontera en el que nos movemos, pero aún así, quería animar a ello. Merece la pena.
Nacho
Os dejo con Ismael Serrano. Rebelión en Hamelin.
Nacho, cada día me gusta más leerte. No dejes, por favor, de alimentar nuestro espíritu, que en estos tiempos que corren la reflexión es como el pan. Gracias
Jo, gracias. Fíjate que últimamente cada vez son más las voces que me critican por ello, así que te agradezco el comentario. Seguiré. Un abrazote muy fuerte.
Estoy totalmente de acuerdo con la frase “lo que no es ilegal, es legal”; yo utilizaba la de «más vale pedir perdón que pedir permiso» pero considero más adecuada la primera así que la cambiaré.
Yo también estoy por la labor de «ir haciendo» y ya dirán luego porque esperar respuestas a veces es una espiral sin fin.
Gracias por escribir en voz alta.
Almudena
Gracias a ti por leer y por participar!