El Día Mundial de la Justicia Social fue el 20 de Febrero. Ese día, según abrí «X» por la mañana para leer los mensajes que entidades sociales difundían en redes, y me quedé con uno: «sin vivienda digna. luz o gas no hay justicia social» y me pregunté ¿y sin Internet?.
Sinceramente, creo que a estas alturas del milenio, para muchas personas es más importante internet que cualquiera de las otras tres, o, incluso, las tres juntas.
Me pregunto dónde lo hubiera colocado Maslow en su pirámide, pero el caso es que conozco muchas personas (de las que no tienen vivienda digna) aquí o incluso agua potable en casa (hace poco estuve unos días en Lagos-Nigeria) que optan (u optarían) por tener Internet.
Internet, y disponer de un teléfono (por viejo y roto que esté), permite no sólo buscar trabajo – o buscarte la vida como sea -, encontrar un lugar concreto, información, o contactar con los recursos públicos que estén al alcance, sino, lo que para cualquiera es vital: contactar con tu gente, esté donde esté y en tiempo real, ver la sonrisa y la cara de quienes te importan, en cualquier momento. Dudo que nada sea mucho más importante que eso.
A día de hoy, Internet ya no es un bien opcional: es algo absolutamente necesario y cada vez más: el avance de la tecnología, que siempre hemos defendido como herramienta de inclusión, se ha convertido en un importante factor de exclusión social.
Como demuestra el informe Foessa 2022, la población con menor grado de integración pierde oportunidades continuamente y el apagón tecnológico supone dificultades serias para más de 800.000 familias (definido como la no disposición de conexión ilimitada, dispositivos o habilidades suficientes): la brecha digital es un peligro para las capas de población con menos estudios, menor renta, y mayor edad. Por ese orden (INE)
Por ello, vale la pena traer a este post el siguiente pensamiento: “Cualquier cambio disruptivo ocasiona ganadores y perdedores, y, si no se toman medias proactivas, la enorme riqueza que genera una tecnología, como los molinos medievales o las máquinas de tener en la revolución industrial, acaba en las manos de una élite, y no de los campesinos, obreros a hiladoras” ( Victor LaPuente en EL PAIS «Estupidez artificial»2/1/2024) . Precisamente, en la gran revolución tecnológica que estamos viviendo (donde Internet es el factor clave), los medios, como en otros casos, puede que no lleguen a las manos de las personas más vulnerables.
Por ello, y, como la brecha digital afecta a quienes se encuentran en mayor nivel de exclusión, considero que el papel de las Administraciones, y, específicamente los Servicios Sociales (y entidades del tercer sector) es clave, ya que pienso que tenemos la responsabilidad de aplicar esas medidas proactivas que defiende LaPuente.
¿Y, qué estamos haciendo?… necesitaré algunas entradas a analizar cómo nos estamos comportando al respecto… SPOILER: REGULAR TIRANDO A MAL.
Seguiré en el siguiente post.
Ánimo.
Nacho
NOTA: Agradecer al Ayuntamiento de Coslada, por invitarme a hablar y reflexionar sobre estos temas el 20 de febrero, junto a sus entidades y grandes profesionales.
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