Tras hablar sobre la brecha digital y la administración, entraré en nuestro sector, el cual, digámoslo, arrastraba desde hace AÑOS una brecha propia:

  • Tecnológicamente retrasado (más aún que el resto de la Administración (a su vez retrasada respecto a la sociedad en general),
  • Con una nula o muy escasa interconexión entre las diferentes plataformas destinadas a la gestión de prestaciones, consulta de datos y atención social,
  • Un sector que pecaba de exceso de presencialismo (para la entrega de cualquier documento, una simple consulta… tooooodo pasando por cita individual) y resistencia a las TIC,
  • Sin plataformas de interacción digital entre personas usuarias y profesionales,
  • Sin estrategias de transformación digital ( y el tercer sector tampoco, de manera general).

Amelita Galli-Curci escribiendo a máquina, c. 1920. Library of Congress.

En definitiva: unos servicios sociales (públicos y privados)  con una brecha digital ENORME, atendiendo a quienes más sufren la brecha digital ¿qué podía pasar?.

Pues, lo previsible: que, tras el COVID, ha llegado la revolución digital, pero, el ciudadano, no sólo no se ha beneficiado de ella, sino que, según manifiesta, ha sido perjudicado.

El caso es que, a día de hoy, la tecnología únicamente ha beneficiado a las plantillas (ahora podemos teletrabajar, entre otras cosas), y, de manera interna, a los procedimientos ahora digitales, pero ni las personas usuarias disponen de más canales de comunicación, ni plataformas web con las que preguntar ni «cómo va lo suyo», consultar o informar a su trabajador social sobre algo que le preocupe.

¿Qué opina la ciudadanía? (esa que decimos que tenemos «en el centro de nuestro sistema») pues según este estudio :

  • Mayoritaria, e INDEPENDIENTEMENTE de su nivel de inclusión digital, opina que desde que los trámites se realizan en mayor medida de forma telemática o digital, en algunos casos se han vulnerado los derechos de la ciudadanía.
  • Mayoritariamente, esta vez en el caso de la población con menor nivel de inclusión digital (usuarios o potenciales usuarios de los servicios sociales), opina que desde que los trámites se realizan en mayor medida de forma telemática o digital considero que HA EMPEORADO la atención a la ciudadanía.

Vamos, un desastre: SUSPENSO. 

Aún nos queda una convocatoria: quienes trabajamos con los planes Next Generation-UE, tenemos esperanza en ello (fondos que hay que ejecutar antes de diciembre 2025, aunque somos conscientes de que una transformación nos llevará más de ese plazo, claro).

No obstante, tengo que decirlo: en general no aprecio un fuerte movimiento profesional ni sectorial que lo propicie, cuando en el sector privado veo psicólogos haciendo terapia por videollamada, o aseguradoras que te ofrecen tarifa plana de consultas. Supongo que partimos de cierto escepticismo (siento decirlo, pero es algo incoherente con el beneficio de la plantilla) por no ser la primera vez que escuchamos lo de la revolución digital, pero , también es cierto: veo poco probable que tengamos tanto dinero para invertir en el futuro.

Finalizo: el sector tiene que tomarse este tema muy en serio, cada quién, desde su lugar. No lo olvidemos: cada vez que le damos nuestro correo a un usuario (no digamos enviándole una cita para videollamada), estamos potenciando su inclusión digital (y no es preciso esperar fondos europeos).

¿Seremos capaces?

Ánimo

Nacho

Nota: si quieres seguir con el tema, puedes ojear este post (y material) en el que he participado con la gente de Asociación La Rueca en su blog  : VER

TRANSFORMACIÓN DIGITAL ¿EN EL SECTOR SOCIAL?

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