La inflación está suponiendo un duro varapalo para las familias con menos ingresos, especialmente a la hora de comprar alimentos. Ello ha puesto en guardia al gobierno central, que hoy anunciará una ayuda para la adquisición de alimentos (aún no hay muchos detalles).
A quienes nos encontramos en la supervisión, gestión o control de las ayudas de emergencia / necesidad, este tipo de anuncios nos deja perplejos, no por el concepto (ya que apoyar a las familias ahora evitará crisis mayores como impagos en alquileres o suministros), sino por la fórmula de gestión de las mismas, y me explico:
En la actualidad, las ayudas de emergencia municipales, se encuentran sometidas a la Ley de Subvenciones, ya que no se encuentran entre las «VIP» (eximidas) en el artículo 2.4. Vamos, que, para hablar en claro: toda ayuda para alimentos se encuentra sometida al tedioso e hiperburocratizado procedimiento de Autorización- Disposición- Obligación -Pago (el mismo que para hacer una carretera). Por no decir que, en contadas ocasiones, a algunos municipios nos ha costado Dios y ayuda sacar sistemas de tarjetas-prepago (como la tarjeta familias en Madrid).
Por supuesto, el procedimiento no solo ralentiza, sino que también obliga a un proceso de justificación que provoca no pocos expedientes de reintegro y cobro que colapsan cualquier administración por muy dotada y digitalizada que esté, y más ante situaciones de demanda colectiva (crisis como la actual y la que se avecina). Ello hace que el problema mayor no sea presupuestario, sino el de capacidad de gestión, dado que la espada de la Ley de Subvenciones es implacable.
Entonces, me pregunto:
1.- ¿Es competencia estatal? ¿Qué marco jurídico será de aplicación? (a la ciudadanía este tema le parecerá irrelevante pero no lo es para quienes estamos «en el meollo» de la planificación)
2.- ¿Qué sistema habilitará? Recientemente encontramos el caso de la actual bonificación con los carburantes (un descuento fijo por litro fijo a cualquier consumidor, sin requisitos y sin registro previo) o el del bono cultural joven (tarjeta prepago, con requisitos de edad y registro (¡DIFÍCIL!) ) . Veo complicaciones en uno y otro, en el primero porque un comercio no podría a priori consultar el nivel de renta (si es que se establece la renta como requisito) y en el segundo, la experiencia del registro, es infernal (recordemos el fiasco del IMV en el asunto telemático). ¿Se hará mediante el IRPF, como el cheque bebé? ¿una desgravación?.
3.- ¿Es mejor reducir el IVA de algunos productos?. Se ha hablado de la posibilidad. Se trataría de una medida universal pero, sin embargo, eso no permitiría distinguir por renta, ojo. Eso tiene sus pros y contras: algunos estudios indican que las bonificaciones universales incrementan el coste del producto y señalan la dificultad, una vez superada situación, de devolver los mismos al tipo impositivo previo (convirtiendo la medida en indefinida).
4.- ¿No sería la ocasión para modificar de una vez por todas la Ley de subvenciones que, sin duda, impide que las ayudas municipales no lleguen en plazo para cubrir las necesidades.? Muchas entidades e instituciones lo venimos reclamando desde hace tiempo. OJALÁ.
5.- ¿Será universal o no (reducido a quienes tengan unas rentas bajas)? ¿Qué baremo se usará? ¿Quién gestionará qué? ¿implicará a otras administraciones?
6.- ¿Cómo afectarán estas ayudas al resto de prestaciones que gestionamos los Servicios Sociales y que son normalmente subsidiarias de las de otras administraciones? ¿y a las que se gestionan con fondos REACT (Next Generation EU)?
7.- ¿Qué condiciones traerá? ¿habrá consecuencias fiscales? ¿tendrán el carácter (fiscal, incluso) de subvención?
Igual , otras fórmulas, quién sabe.
El caso es que hay muchas cuestiones en el aire que hacen que hoy, sin duda, desde los ayuntamientos, estemos pendientes no sólo de la comparencia del Presidente, sino de la publicación de estas medidas, no me cabe duda: tendremos que esperar a la publicación en el BOE. Un fin de año entretenido: veremos si hay fuegos artificiales o traca final.
TEMAZO para el primer café del 2023.
Ánimo
Nacho