No es extraño encontrarte con personas usuarias de los Servicios Sociales quejándose de que «su asistenta no le informó de la existencia de esa o aquella ayuda», e incluso  no falta quien dice que «le ha tocado la buena» o «la mala» (trabajadora social), como también expuso un importante responsable político en 2015. Muchas son las causas de esas opiniones, pero el objeto de este post no es señalarlas, sino ofrecer propuestas para enfrentarse a ellas.

Una de las estrategias que considero deben asumirse y repito como un mantra es la de establecer mecanismos de información y difusión masiva de nuestra cartera de servicios: la elaboración y publicación de cartas de servicios es un buen paso (aunque lamentablemente en ocasiones quedan en un simple folleto o una web), pero no es suficiente: es preciso acometer actuaciones de difusión y acercamiento de los mismos de manera urgente: la invisibilidad del propio sistema (incluso para quienes hacen uso de él, que a veces sólo conocen la prestación en concreto de la que son titulares o la identifican únicamente con el/la profesional que les atiende de manera habitual) es un gran problema contra el que debemos trabajar. El simple hecho de utilizar términos como «asistenta» o «IMI» (en lugar de RMI, tras más de 15 años) son un reflejo de que queda mucho por hacer en materia de información.

Habrá muchas más, pero se me ocurren varias formas de llevarlo a cabo: a través de grupos informativos dirigidos no sólo a quienes acceden al sistema, sino a quienes se encuentran en él desde hace tiempo o a quienes no lo están aún pero pueden ser potenciales usuarios/as o agentes amplificadores de la información (AMPAS, Asoc de vecinos, etc), campañas a través de las redes sociales y medios de comunicación masivos, e incrementando la amplitud de vías de comunicación con la ciudadanía desde la Administración, por ejemplo.

Este tipo de medidas:

1.- Alejan al profesional de ese rol «decisorio-exclusivo-de control» sobre las propias prestaciones, que tanto impacto supone para el acompañamiento social posterior,

2.- Incrementan  el protagonismo y la autonomía de la ciudadanía desde la óptica del derecho: empoderar sin incrementar el acceso y posesión de la información me parece imposible, la verdad;

3.- Reducen ciertos desequilibrios internos. En ocasiones he escuchado este argumento para defender una rotación sistemática de profesionales. Yo nunca he sido excesivamente partidario de algo así (sería objeto de otro post), pero creo que es preciso establecer determinadas acciones de compensación de ciertos desequilibrios que se producen en procesos de intervención de largo recorrido y una de las técnicas es la difusión sistemática de la información (ya sea de manera grupal o mediante las TIC), con transparencia y de manera desvinculada a los procesos de intervención individual-familiar, de manera que se amplíe el conocimiento de la comunidad acerca de las prestaciones (técnicas, económicas y materiales) y el conjunto de derechos y obligaciones generales que la ciudadanía tiene respecto al Sistema de Servicios Sociales.

Siempre, informar, aporta un gran valor y es una potente herramienta del Trabajo Social en Servicios Sociales. Pensémoslo: no basta con poner el huevo, hay que cacarearlo, que diría una buena amiga.

Ánimo.

Nacho

Os dejo con Bruno Mars y Count on Me. Preciosa, de veras.

 

LA INFORMACIÓN COMO HERRAMIENTA

Un pensamiento en “LA INFORMACIÓN COMO HERRAMIENTA

  • 27/07/2017 a las 15:40
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    Interesante post.
    Que de verdad es eso de que hay que «cacarear» además dw poner el huevo.
    Difusión y más difusión para hacer visible nuestro trabajo como Trabajadoras y trabajadores sociales y no como Asistentas.
    Gracias Nacho.

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