Desde que descubrí a Zygmunt Bauman me cautivó: hace un dibujo claro de una sociedad cada vez más líquida en las relaciones humanas y estructuras sociales. A pesar de que siempre he pensado que su análisis era poco alentador y, por cierto, algo desfasado al criticar el uso de las Redes Sociales (hasta el Gran Bauman era fruto de su tiempo) no dejaba de señalar aspectos cruciales, como el peligro de una pérdida de vínculos, por ejemplo.
Particularmente me impresionaron dos de sus libros: Comunidad: en busca de seguridad en un mundo hostil y Tiempos Líquidos, vivir en una época de incertidumbre. Os los aconsejo, sinceramente.
Ambos abordan de manera sencilla uno de los mayores desafíos de la sociedad y que, leído con la óptica del Trabajo Social, nos toca en lo más profundo de nuestra profesión y en la práctica habitual en la Atención Social Primaria y los Servicios Sociales. Dice el propio Bauman que la palabra «comunidad» representa el mundo «cálido» que anhelamos pero al que no podemos acceder, algo así como un paraíso perdido pero que tiene el precio de cierta pérdida de libertad. La tensión entre seguridad y libertad, entre lo común y lo individual, que probablemente jamás será resuelta, es un asunto que en los Servicios Sociales (fundamentados en lo relacional-social y la autonomía-dependencia) está en el núcleo de nuestro día a día. Tanto, que, me atrevo a decir, están en el fondo de muchas de las discusiones que mantenemos en cada equipo de un Centro de Servicios Sociales de base.
La tensión entre lo común y lo individual nos toca de lleno: ¿prestación incondicional o contraprestación? ¿derechos u obligaciones?; ¿el diseño de intervención es una forma de control, de acuerdo, de apoyo?, ¿es el profesional capaz de llegar a un consenso realmente simétrico con un ciudadano con el que le separan innumerables parámetros (partiendo de la mesa, el conocimiento o el estatus? ¿debe serlo?, ¿qué es ser profesional de referencia? ¿debe tener el ciudadano libertad de elección de profesional? ¿es la atención grupal enemiga de la individual? ¿es el trabajo Comunitario una utopía? ¿alguien sabe en la práctica qué es eso de la «Comunidad»? e incluso podríamos adentrarnos en temas relativos a la protección de datos personales o el papel de las TIC y las Redes Sociales. Y voy más allá: ¿son las emergentes maneras de participación enemigas de la existencia de la propia Administración Pública? ¿Está el sector público preso en una estructura asfixiante o es algo inevitable? ¿qué es lo mejor? ¿qué es lo menos malo? ¿modificarlo, tumbarlo, piratearlo, o actuar al margen? ¿permite innovar? ¿Son las actuales formas de solidaridad directa y organización comunitarias compatibles con el papel de los Servicios Sociales y del propio Estado de Derecho actual?… tremendos debates para los que probablemente nadie tenga respuestas al menos rotundas, y sobre los que siempre me queda la duda de si lo que manifestamos en público coincide con lo que, después, defendemos en petit comité o desarrollamos de facto.
Con Bauman se ha ido un gran pensador. Tengo que agradecer a Teresa Zamanillo me obligase a descubrirlo en un curso sobre acompañamiento social. Si os apetece seguir sobre estos temas, pretendo abordarlos, desde mi humilde opinión personal y con la óptica del Trabajo Social que desarrollamos en el día a día de los Servicios Sociales. Podemos pensar juntos/as.
Gracias por estar ahí.
Nacho
Hoy, os dejo con un clásico para el que sobran palabras. Bach. Preludio nº 1. Por Irena Koblar. (Aconsejo cerrar los ojos)
https://mareanaranjagranada.wordpress.com/2013/03/11/servicios-sociales-liquidos1-derechos-liquidos/
Nacho, un comentario excelente, lleno de buenas e inteligentes preguntas.
Hoy día necesitamos más preguntas interesantes y no tantas respuestas interesadas
Muchas gracias, Pedro. Sí, a mí también me parece que hay muchas respuestas interesadas.
En estos tiempos en que todo va demasiado rápido, necesitamos más que nunca pensadores y pensadoras. Bauman nos hizo meditar sobre el mundo que viene, como madre de adolescente vi reflejadas muchas de mis preocupaciones sobre las relaciones insustanciales que parecen fomentar las redes. Si bien opino que también tiene muchas cosas buenas que aún no sabemos valorar. En cuanto a trabajo social el hacerse preguntas ya indica implicación, ojalá todos nos las hiciéramos.
Si, a mí me encanta, creo que todos los que pertenecemos a otra generación tendríamos que leerle para entender a nuestros hijos… pero a eso me refiero con lo de que es «poco alentador» (por no decir pesimista). La realidad es esa. Trabajar, vivir y aprovechar las oportunidades de la nueva realidad… en ello nos va la vida. En lo personal y lo profesional. Gracias por comentar!!