Lo confieso: fui de los que pensaba que «era para 15 días» , y ya vamos para los dos años tras aquel marzo del 2020 tan horrible.
Pero, aún así, y a pesar de las variantes, estoy convencido de que estamos en el carril de salida. Por ello, creo que es conveniente mirar al futuro cercano: debemos ir desenterrando lo positivo de la era pre-covid y asir con firmeza los cambios positivos producidos en el durante.
No obstante, también tengo que confesarlo: como gestor en Servicios Sociales tengo miedo a que la MAMPARA (y no hablo sólo de la «mampara») que el COVID nos obligó a usar, se quede en el ADN de los Servicios Sociales. Me explico:
- Miedo a que no echemos de menos las atenciones grupales y las olvidemos en lugar de buscar cómo poder volver a tenerlas.
- Miedo a que dejemos de realizar visitas domiciliarias aunque tengamos los medios para realizarlas con seguridad.
- Miedo a que las personas no puedan volver a sentarse en un despacho a contar sus problemas a un/a trabajador/a social porque los protocolos lo hacen casi imposible.
- Miedo a que lo telemático sea utilizado como trinchera y no como canal ágil y eficiente cuando es necesario por ganar agilidad o eficiencia.
- Miedo a volver a las reuniones presenciales innecesarias (en las que se emplean enormes recursos).
- Miedo a que nos enroquemos en los Centros, o peor aún, en nuestros domicilios.
- Miedo a la instalación del escepticismo o, peor aún, del pesimismo: a que no seamos capaces de innovar productos, modificar procesos que se han demostrado penosos, o por qué no: imaginar un nuevo modelo de atención social en nuestros municipios, a la vista de lo vivido.
En definitiva: miedo a que la dichosa mampara se quede de tal forma que dejemos de darnos cuenta de que sigue ahí… a que interioricemos todo lo negativo que nos ha traído el virus (y, a la par, renunciemos a los cambios positivos). Como veis, no hablo sólo del metacrilato (en el mejor de los casos) sino de que, la distancia social haya venido para quedarse, precisamente, en unos Servicios Sociales que, al menos en los papeles, nos preocupamos de la interacción relacional de la ciudadanía.
Por un 2022 sin miedo. La ciudadanía necesita servicios valientes e implicados en sus entornos y problemas.
Ánimo.
Nacho
Yo estoy convencida de que en general l@s Trabajadores Sociales tenemos habilidades y formación suficiente para que la mampara sea solo un elemento de protección tanto para usuarios como para nosotros pero nunca una distancia o frialdad.
Yo también , Isabel. Pero a veces las dinámicas nos llevan y hay que ser tozudo/a. Gracias !
Totalmente de acuerdo contigo
Nosotros como profesionales siempre hemos estado a “ras”, en el cara a cara, en la chabola, en la casa, el cole, pateando el barrio, ….no podemos renunciar a nuestra esencia. Lo vemos en los sanitarios que no nos miran , ni oscultan ya, ….y sabemos que algo fundamental se está perdiendo en la atención sanitaria si no reconocen al paciente. Pues igual nosotros !!
Gracias Nacho. Fundamental desterrar cuanto antes la distancia social, y mucho más en toda la atención social.